Enviado por Juan (Mataderos)
Mi nombre es Juan, tengo 25 años y mido 181 cm. Soy un estudiante de medicina y me encantan los masajes: dar y recibir. Luego de haber leído muchísimos libros al respecto puedo decir realmente que soy muy bueno dando masajes, por lo que es normal que amigas mías me soliciten alguna sesión
Estaba yo en mi casa, debo decirles que vivo sólo, acomodando la camilla que suelo utilizar para mis sesiones (tengo un mini consultorio para dar masajes allí, con camillas especiales, etc.) cuando sonó mi teléfono. Era Sole, una vieja amiga que se había peleado con el novio y quería hablar conmigo para contarme sus problemas. Le dije que viniera a casa, que dialogaríamos todo lo necesario. Tambien le dije que trajera su traje de baño para sumergirnos en la piscina de casa. Ella aceptó. Yo me dispuse a terminar de acomodar todo y a darme un baño. Me puse un pantalón corto y una remera azul. Luego, intuyendo que podía aceptar un masaje mío, acomodé la camilla con toallas limpias, aceite para masajes, música suave, sahumerios, etc.
Sole es una rubia de 23 años, con unas tetas espectaculares, redondas, bien levantadas. Tiene caderas bastante anchas y un culo gordo pero suave a la vista. Su boca es muy caliente y sus modales suaves.
Siempre me había atraído saber si su culo era realmente tan suave como se veía. Ya habíamos tenido charlas en las que dejaba entrever que el novio no la satisfacía demasiado. Tambien me había confesado en alguna oportunidad que nunca lo había hecho por el culo, pero que no le molestaba probarlo. Lo que sí deseaba dejar para quien fuera su marido era el chupar pijas. Nunca lo había intentado. A mí realmente me atraía mucho y esperaba poder hacerle una sesión de mi masaje especial para que ella disfrutara de una buena vez.
A las tres de la tarde en punto golpearon a la puerta. Era ella, con unos pantalones cortos y una remera color verde. Se veía bastante triste y se notaba en sus ojos que había estado llorado bastante tiempo. La invite pasar y apenas cerra la puerta me dio un abrazo interminable, como buscando fuerzas y apoyo. Luego nos sentamos a la mesa. Le serví un jugo de naranja y me conto toda la historia de su novio. Le dije que me siguiera contando en la piscina. Le parecio una buena idea, ya estaba empezando a levantar su ánimo. Allí mismo se quitó el pantalón dejando ver una tanga color amarillo patito, diminuta, que dejaba a la vista sus dos grandes cachetes traseros. Luego se quitó la remera y quedó a la vista la parte superior de la bikini amarilla, y tambien sus dos senos del 95. Inmediatamente me fije si tenía algún indicio de sus pezones, pero no se veían endurecidos.
Nos sumergimos en la piscina y quedamos allí a media agua terminando nuestra historia de analista y analizada. Luego de que ella finalizara le comenté que ya debía olvidarse de el. Que aprovechara que era joven y bonita y que se pusiera a pensar en positivo. Acto seguido le ofrecí un masaje gratis. Yo sabía que a ella le intrigaba saber de mis masajes especiales pues se lo había mencionado pero nunca había habido oportunidad de hacerlo. Se puso tímida y acepto con un poco de miedo. Le dije que debía estar segura de aceptarlo, pues no quería que despues se molestara. Firmemente dijo que aceptaba, pero que aquello quedaba entre nosotros dos.
Nos metimos a mi mini consultorio. Mientras yo me higienizada las manos con agua tibia ella curioseaba todos los adminículos para realizar masajes. Luego de terminada mi higiene le solicite que se sentara en una slla especial para masajes. La misma consiste en sentarse como si fuera en una silla comun, pero al reves, es decir, con las piernas separadas y de frente al respaldo, con los brazos y la cabeza apollada hacia delante. Le pedí que no hablara en absoluto y que hiciera todo lo que yo le indicar. Asintión con la cabeza y comencé la sesión.
Primeramente le vendé los ojos con una seda oscura y comence a acariciar suavemente sus hombros y sus brazos. Fingí que me molestaban los breteles de su corpiño amarillo y desaté el nudo posterior, quitándoselo por sobre su cabeza, pudiendo contemplar aquel par de bellas tetas. Seguí con mis masajes en su espalda y en sus hombros, pero esta vez con aceite a temperatura natural. El resbalar de mis manos por aquella piel tan suave ya me estaba excitando. Fui llevando el aceite por debajo de sus brazos hacia delante, tocándole con la punta de mis dedos suavemente el costado de sus senos. Allí ella se estremeció de placer.
Procedía a untarme las manos nuevamente con aceite y las posé directamente sobre sus tetas, presionándolas fuertemente. Ella emitió su primer gemido. Estuve trabajando sus tetas durante unos diez minutos, logrando en los primeros de ellos que sus pezones se pusieran durísimos, puntiagudos.
Luego la hice levantar de la silla y recostarse boca arriba en la camilla. Comencé a acarciarla por los pechos, luego el rostro, las mejillas, la boca. Y allí noté que separaba levemente sus labios. Aproveché en dejar uno de mis dedos en su boca y ella lentamente comenzó a succionarlo. Con mi otra mano acaricié suavemente su concha por encima de la tanguita, presionando con unos de mis dedos sobre su hendidura. A los pocos minutos de aquella caricia ya chupaba dos dedos con fruición.
Me aparte un poco y saqué fuera de mi pantalón mi verga que estaba durísima. Se la acerqué a su boquita virgen de chupadas e intenté meterla. En cuanto se dio cuenta de la situación intento resistirse. Le dije que no detuviera aquel momento, que asumiera su protagonismo. Luego de segundos de duda se metio todo mi miembro hasta la base, chupando con bastante habilidad por ser la primera vez, y utilizando la lengua con maestría asombrosa.
Luego de unos minutos bajé hasta su bikini y se la quité. Le hice separar sus piernas y comencé a chuparle la conchita. Era una gloria para mi estar con mi lengua dentro de la concha de mi amiga del alma Sole. Tantas veces lo había deseado y allí lo estaba comprobando: tenía un gusto exquisito y un aroma encantador. Cada vez que llegaba a su clítoris, cerraba sus piernas aprisionando mi cabeza en medio. Luego, sin dejar de trabajar con mi lengua, comencé a introducirle uno de mis dedos. Su estremecimiento fue tal que mi verga se volvió a poner de piedra.
Me erguí, puse mi herramienta en la puerta de aquella hermosa conchita, y se la metí muy suavemente pero profundo. Ella gritaba de placer, se movía sin piedad. Luego de que ella hubiera acabado un par de veces, le pedí que se diera vuelta boca abajo. Quedá a mi vista aquel culo gordo, le separé un poco sus piernas y allí estaba el pequeño y cerrado agujero. Luego de besárselo como cinco minutos y al notar que comenzaba a relajarse, le pedí que se sentara en el extremo de la camilla como si estuvier montando un potro, con las piernas para cada lado, en esa posición, la hice recostar el cuerpo hacia delante, quedando totalmente hacia fuera aquel culo impresionante.
Le metí un par de lenguetazos más y untando mis dedos con aceite, comencé a introducirlo en aquel culo. Un par de movimientos con el dedo adentro y afuera y ya se había relajado totalmente. Me leventé, y apoyando mi pija en esa redondel, comencé a empujar. Primero entro la punta de la cabeza, mientras ella gemía suavemente. Despues fue la cabeza entera, cuando de ella escuché el primer "¡ Ahh! ". Posteriormente ya de un solo empujón se la metía hasta el fondo, escuchand de ella un grito desgarrador. Pensé que le había hecho daño, pero ella rompìó por primera vez el silencio y me pidió que se la diera más fuerte. Bombeé como un loco, metiendo y sacando mi palo de aquel guante tan apretado. Sentí que sus gritos de placer llegaban al punto más alto cuando acabó. Inmediatamente me vine, llenándole el culo con mi leche.
Luego de aquella fenomenal acabada, la llevén mis brazos hasta mi habitación. Allí nos abrazamos recostados en la cama. Nos besamos como nunca, con nuestras lenguas conociéndose los lugares más intimos de nuestras bocas. Nos miramos tiernamente y ella me pidió qe le metiera un dedo mío en su conchita para así dormirse con mi dedo adentro. Separé sus labios vaginales, le metí mi dedo anular, y nos quedamos dormidos.
Texto enviado por un amigo que nos cuenta su relación swinger con amigos y su esposa.
Intercambio de parejas
Esta historia ocurrió hace unos meses. Isabel y yo estábamos casados desde hacía 10 años y Mauricio y Silvia se habían casado hacía 4 años. Éramos tan amigos que mi esposa y yo habíamos sido padrinos en su matrimonio. Éramos realmente amigos, todos de todos. Acostumbrábamos pasar las vacaciones juntos, salíamos al cine, nos reuníamos en su casa o en la nuestra con frecuencia,... Siempre que estábamos los cuatro yo notaba que había algo especial en el ambiente, sobre todo en el último año. Mauricio e Isabel se abrazaban con frecuencia y Silvia y yo éramos menos directos pero nos cruzábamos miradas provocadoras. Yo la miraba como para comérmela, a lo cual ella respondía con una sonrisa entre tímida y de aceptación. Un día fuimos a un hotel a pasar un fin de semana. Nos registramos en el hotel e inmediatamente nos dirigimos hacia la habitación que compartiríamos. Sólo de pensar que Silvia se colocaría una camiseta como la que le había visto en ocasiones anteriores ya me ponía caliente. Ver ese cuerpo cubierto simplemente por una camiseta era escalofriante porque se le notaban las tetas como un par de volcanes y alcanzaba a marcar la forma de las bragas. Unas bragas pequeñas que hacían resaltar aún más su exuberante culo. También me excitaba que Isabel estuviera en ropa ligera en la misma habitación que mi amigo. Llegamos a la habitación, nos instalamos y nos organizamos para bajar a la piscina
Entonces
Isabel y Silvia entraron al cuarto de baño para colocarse el vestido de baño. Imaginarlas a las dos desnudas me excitaba. Cómo sería aquel par de conchas, esas tetas divinas, dos traseros inmejorables. Uauhhh! Salieron las mujeres del baño y sentí que todo me subía y me volvía a bajar. Dos hembras en bikini, que a duras penas les tapaba lo más íntimo de su coñito y su tetas. Isabel tenía una tanga que le dejaba ver el culo más espectacular que se puedan imaginar. Silvia tenía un bikini que le resaltaba el culo y las tetas. ¡Y qué tetas tenía Silvia! Mi verga se puso dura tan pronto vi esas dos esculturas. Salimos hacia la piscina. Mauricio se lanzó directamente al agua mientras los demás nos colocábamos crema broncesadora. Isabel me pidió ayuda y, como siempre me ocurría, eso me excitó. La crema pasando por su piel me recordaba aquellas oportunidades cuando en la ducha le ayudaba a colocar el jabón para luego abrazarla y acariciarla, y terminar metiéndosela por detrás bajo el chorro de agua tibia. De pronto Silvia me preguntó si le podía ayudar a colocar crema bronceadora en su espalda. Se acostó bocabajo sobre la esterilla y yo empecé a colocar crema sobre su espalda. Pasé mi mano húmeda sobre sus hombros y empecé a bajar por la espalda lentamente haciendo un masaje que ella aceptaba complacida. Seguí bajando y le coloqué más crema al final de la espalda, donde empieza el culo. Lentamente esparcía la crema mientras contemplaba su culo, cuando ella se bajó un poco el pantalón del bikini. Eso fue maravilloso. Alcanzaba a ver el comienzo de su trasero donde se dividía su hermoso culo. Me dijo que le colocara bronceador allí, a lo que obedecí inmediatamente. No podía dejar de admirar ese culo, ese hermoso culo. De pronto me dijo que por qué no le terminaba de colocar el bronceador más abajo. Le dije que encantado, que era un placer, a lo cual Isabel y Silvia rspondieron con una sonrisa de gusto y aceptación. Yo sentía que a Isabel le agradaba que yo acariciara a Silvia al colocarle el bronceador. Empecé a colocarle bonceador en las piernas desde abajo y luego fui subiendo lentamente. Mientras le colocaba el bronceador, la acariciaba y yo sentía que a ella le agradaba mucho porque a veces emitía unos suspiros de agrado y de calentura. Cuando empecé a acercarme a su culo ella abrió las piernas para facilitarme la labor. Noté un olor agradable porque Silvia estaba mojada y expelía un olor exquisito. Le pedí que abriera un poco más las piernas, a lo que me contestó que sería un placer abrir las piernas para mí y se rió mientras se miraban y reían con Isabel. Isabel dijo que ella también abriría las piernas. Le contesté que con gusto pasaría donde ella en unos pocos minutos. Isabel dijo que me apresurara porque estaba apurada y le hacía falta un chorrito entre las piernas. Le contesté que pidiera ayuda a Mauricio, a lo cual contestó que sí con una sonrisa y una mirada complaciente de Silvia. Yo ya no podía de la calentura. Ya estaba claro que Isabel quería follar con Mauricio y que Silvia quería que yo la follara. Así pasó la tarde, entre comentarios y chistes de doble sentido, hasta que llegó la noche. Después de cenar con un buen vino, nos dirigimos a la habitación. Nadie estaba cansado ni quería domir pero todos queríamos ir a la habitación. Ya todos sabíamos qué era lo que deseábamos.Allí, en la habitación, destapamos una botella de buen vino y nos sentamos a conversar. Todos estábamos calientes con lo que había pasado en la piscina y además el vino ayudaba. Empezamos a hacer bromas sobre sexo y cada vez los comentarios eran más directos. Sugerí que por qué no apagábamos la luz y dejábamos una pequeñas velas, a lo cual todos asintieron. De pronto, Isabel y Silvia se dirigieron al cuarto de baño y dijeron que se iban a a colocar más cómodas. Al salir estaban con sus camisetas para dormir. ¡Qué maravilla de mujeres! Las dos tenían camisetas como las que habían usado tiempo atrás en otro viaje que hicimos juntos a Nueva York. A Silvia se le alcanzaba a ver el culo delicioso e Isabel tenía una camiseta igual. Se notaba que estaban sin sujetador y las tetas puntudas resaltaban en la camiseta. Yo quedé más recalentado de lo que estaba y Mauricio también porque se le notaba un bulto en la pantaloneta. Isabel se sentó muy cerca de Mauricio. Mauricio le dijo que lo que dejaba ver la camiseta se veía muy bien y que cómo sería lo que no dejaba ver, por lo que ella preguntó si quería ver más. Subió un poco la camiseta dejando a la vista las bragas. Entretanto Silvia se había acomodado a mi lado. Yo le dije que para lo que le tapaba esa camiseta era mejor quitársela. Ella respondió que si yo quería podía quitársela. Le quité la camiseta y quedó solamente en bragas. ¡Qué cuerpo tan delicioso! Unas tetas grandes, con unos pezones oscuros que estaban duros de la calentura. Isabel también se desvistió dejando a Mauricio realmente impactado. Isabel tenía un cuerpo escultural. No era muy alta pero sí muy proporcionada. Ya no resistí y me lancé a besar las tetas de Silvia. Isabel se sentó sobre Mauricio y le pidió que le besara las tetas a ella también. Mientras besaba las tetas de Silvia, miraba cómo Mauricio besaba las de Isabel y eso me excitaba. De pronto, Isbael se bajó de Mauricio y le bajó la pantaloneta. Mauricio tenía una verga grande, roja de la calentura. Isabel empezó a darle besos en sus huevos. Sacaba la lengua y la pasaba por su verga desde la base hasta la punta. De pronto se la metió toda en la boca. Ver cómo Isabel se metía esa verga dentro de su boca era excitante. Mientras tanto yo seguía besando las tetas de Silvia y acariciaba su coño por encima de las bragas. Estaba mojada. Sus líquidos habían empapado las bragas. Corrí las bragas y empecé a meter mi dedo en el coño de Silvia. La acariciaba y ella empezó a gemir. Se movía como una loca y me pedía que la acariciara más y más. Mauirico le había quitado las bragas a Isabel y le estaba lamiendo la cuca. Isabel estaba caliente. Se le notaba la excitación. De pronto Isabel se volteó y Mauricio la clavó por detrás de un golpe. Ella gimió como una perra y empezó a gritar: "más .. más .. más duro que así me gusta más.. más .. por ahí, así, papito, así". Silvia y yo nos sentamos uno al lado del otro y empezamos a masturbarnos mútuamente mientras veíamos a nuestros esposos hacer el amor. Era excitante estar con la esposa de mi mejor amigo mientras él se follaba a mi esposa. Silvia no resistía y se corrió. Pero yo seguí acariciándola. Ahora Mauricio e Isabel habían cambiado de posición. Estaba Mauricio acostado sobre su espalda e Isabel se colocó encima de él. Lentamente se sentó sobre su verga. Silvia y yo veíamos cómo poco a poco la verga de Mauricio entraba en el coño de Isabel. Los líquidos de Isabel chorreaban por la verga de Mauricio. Ya no aguanté más y le dije a Silvia que se sentara sobre mí dándome la espalda. Así yo la follaría mientras veíamos cómo nuestros esposos seguían follando. Estaba empapada realmente. Su coño goteaba y yo sentía las gotas de sus líquidos caer sobre mi verga. Al principio entró un poco y volvió a salir. Lo sentí en la punta de la verga y me recorrió un escalofrío que subió por todo mi cuerpo. Yo gemía del placer. Qué coño tan delicioso. Ese coñito lo había querido durante años y ahora mi verga estaba penetrándolo. Silvia se colocó y, con fuerza, la penetré. Ella saltaba como si estuviera galopando a caballo. Clavada en mi verga, ella gritaba. Le gustaba y me pedía más y más y más mientras veíamos a nuestros esposos follando al frente nuestro. Después quise probar su culo. No sabía si ella querría pero lo intenté. Le pedí que se colocara bocabajo pasando sus piernas sobre mis hombros mientras yo permanecía sentado. Ella accedió y empecé a besarle su coño. Sabía como el mejor de los manjares. Qué delicia, qué maravilla. Y claro, me quedó justo frente a mis ojos. Mientras le besaba el coño, le empecé a acariciar lentamente el culo. De pronto hice un poco de presión con mi dedo, a lo cual ella respondió con un gemido de agrado y placer y me pidió que siguiera. Entonces le metí el dedo. A ella le gustó mucho y le metí otro dedo. Con sus jugos le lubricaba el culo y eso facilitaba mi labor. Ella pedía más por lo que le dije que se sentara sobre mí. Suavemente empecé a meter mi falo es su ano. Cuando estaba más acomodada la empujé hacia abajo quedando clavada en mi verga. Al principio soltó un grito de dolor que inmediatamente se convirtió en placer. Isabel, al ver que yo se la metía por el culo a Silvia, le pidió a Mauricio que le hiciera lo mismo. Yo siempre había querido hacérselo a Isabel por el culo pero solamente una vez había accedido. Pero ahora la calentura la llevó a pedir que se la metieran. Mauricio se sentó en la silla de enfrente e Isabel se sentó sobre él, quien empezó a metérselo lentamente. Pero ella, que estaba muy arrecha, se sentó con fuerza. Al principio puso cara de dolor pero también su expresión cambió por placer. Se veía que le gustaba. Silvia y yo veíamos cómo Mauricio se lo metia por el culo a Isabel y eso nos calentaba más. Los cuatro empezamos a movernos rápidamente. Silvia e Isabel parecían amazonas galopando sobre sus sementales. Comenzamos a gemir. Las dos gritaban que les diéramos más duro y más profundo. Le pregunté a Isabel si le gustaba y ella me contestó que le encantaba. Mauricio le preguntó a Silvia cómo le parecía y ella le contestó que estaba de maravilla. Yo brincaba, le cogía las tetas a Silvia y veía cómo se le movían las tetas a Isabel. Mientras tanto, Silvia me acariciaba los huevos por debajo de ella y con la otra mano se masturbaba. Ella se corrió y casi simultáneamente me vine yo. Me corrí dentro de su culo. Pero fueron como dos o tres chorros, todavía quedaba algo. Entonces Silvia se levantó y colocó su cara cerca de mi verga. El cuarto y quinto chorro cayeron en su cara. Isabel estaba lista. Se notó cuando se corrió, al igual que Mauricio. Ambos soltaron gritos de pasión y luego quedaron agotados. Así fue esa noche de placer. Luego repetimos una sesión más. Agotados nos quedamos dormidos. Isabel durmió con Mauricio y Silvia conmigo. Así fue este intercambio de parejas con mi mejor amigo, que duró hasta tres días más.
View image
María nos manda una foto de ella chupandole la pija a su novio.
Este texto fue enviado por Dedos.
Silvana
Hacía bastante tiempo que salía con Silvana y teníamos una relación normal, teníamos sexo bastante seguido, casi siempre que nos veíamos tratábamos de coordinar para llegar a la cama y pasar un rato placentero, con buen sexo, unos tragos, y después de un par de orgasmos charlábamos de todas las cosas nuestras como siempre.
Silvana y yo somos compañeros de trabajo de hace bastante tiempo, no teníamos mucho contacto, pero siempre que charlábamos o que nos encontrábamos en la oficina, había una cierta suspicacia o algunas palabras tendientes a tener un acercamiento más placentero, en otras palabras, siempre quise tener algo con ella. Cuando se separó de su ex-marido, los problemas cayeron sobre ella como una montaña y tanto conversar del tema, terminamos saliendo y la relación fue bastante normal, pero un poco a escondidas porque el ex-marido le decía que le iba a quitar los hijos y mil cosas más, como todas las cosas de los separados, por eso casi siempre nos veíamos en mi departamento.
Pero lo que paso una noche fue realmente alucinante, nunca se me hubiera ocurrido que pasaría, de allí en adelante la relación fue otra, totalmente distinta.
Una noche habíamos salido un grupo de trabajo a cenar y tomar unos tragos por allí y Yo había tomado un poco de más, Ella creo que también, pero ni me había dado cuenta, un amigo nos llevó al Dpto. y cuando entramos, nos tiramos en la cama directamente.
Ella fue al baño y regresó en seguida, empezamos a besarnos y acariciarnos, rápidamente nos quitamos toda la ropa y sin mediar palabra le empecé a besar las tetas (son bastante grandes y hermosas), luego le besé la panza y el pupito para llegar a su vulva, donde le metí la lengua por todos lados (tiene los labios muy carnosos y bastante gordos, lo que me encanta), luego de un rato de jugar con su clítoris, ella estaba jadeando de tanta excitación entonces sin más preámbulo que ese la penetré con fuerza y ella no tardó en correrse, yo seguí bombeando con todo, ya que estaba muy excitado pero no pensaba terminar tan pronto.
En un momento dado, saco mi verga de su concha y me dedico a besarle nuevamente el clítoris con toda delicadeza, ella se volvía loca de tanto placer y bruscamente me apretaba la cabeza contra su concha para que siguiera, entonces le mordí el clítoris, cosa que la hizo gritar de dolor y de placer, la segunda vez que la mordí tuvo otro orgasmo, entonces le pedí que se pusiera en cuatro patas para penetrarla por detrás. Cuando se dio vueltas me pues atrás de ella, antes de penetrarla la empecé a besar y ella me tiraba la cabeza como podía como si quisiera que me metiera dentro de ella, entonces nuevamente la empecé a morder los labios vaginales y enloqueció de placer, gritaba, gemía, me pedía que la mordiera, que le hiciera de todo.
Yo la seguía mordiendo el clítoris y los labios vaginales, cada vez con más fuerza y ella cada vez gritaba más de placer, me pedía que siguiera, más y más, estaba como loca y no terminaba de gozar, sus jugos vaginales era abundantes, más de lo normal, estaba realmente cachonda.
Deje de morderla y la penetré con fuerza, ella gozaba y me pedía que la mordiera, que le hiciera de todo, empecé a morderle el cuello y la espalda y ella cada vez gozaba más y más, le encantaba, gritaba y gemía sin parar.
No pude resistir más y terminé en un orgasmo fabuloso, la llené de leche, terminé todo dentro de ella, realmente estuvo fabuloso. Le pregunté si le había gustado y me dijo que nunca había gozado tanto. Le pregunté si quería seguir y me dijo que si, que hiciera de ella lo que quisiera, que era toda mía, allí aproveché para decirle que le se la metería por el culo, ya que nunca lo habíamos hecho y ella siempre se negaba, y me dijo que le hiciera de todo, que no tenía ganas de pensar, ni de negarse, sólo quería seguir gozando.
Entonces, le dije que se quedara quieta, muy quieta, prendí todas las luces de mi depto. (es de un solo ambiente) y fui al placar busqué dos corbatas y le até las manos al respaldar de la cama ordenándole que se quedara así sin moverse, toda expuesta y toda bella para mi. En estaba en cuatro patas arriba de la cama, atada de manos, iluminada por todos lados y con las piernas abiertas, empezó a gozar nuevamente, me di cuenta que le gustaba ser dominada y que eso la hacía desinhibirse por completo, entonces, me coloqué atrás de ella y estaba por hacerle el culo con fuerza para que gozara más que supiera quien mandaba, que se sintiera mia, en ese momento se me ocurrió morderle las nalgas, cuando lo hice la primera vez, ella nuevamente empezó a pedirme que siguiera y yo le seguí mordiendo las nalgas, cuando se las abrí para besarle el culo, vi que de su vagina le salían litros de flujos, mi leche corría por entre su bello púbico y bajaba por sus muslos, no pude dejar de juntarlos con mi lengua, metía mi nariz en su concha para sacarla toda empapada de flujos, le mordía el clítoris y empecé a morderle todo las partes cercanas a su concha, ella gritaba de placer, me pedía más y más.
Entonces fui a la heladera y traje una botella de vino bien fría, esas botellas de cuello largo, se la metí en su concha caliente, sin preámbulos, le metí casi la mitad del cuello de la botella, sin decirle nada. Fue como una explosión de placer, se retorcía gritando y pidiendo más y más, pediá que le metiera toda la botella, estaba totalmente loca de placer, la movía dentro de ella como si la estuviera penetrando, después de un rato le saqué la botella, estaba toda empapada de sus jugos.
Le metí un poquito de la botella en su ano para que se dilatara, ella empezó a transpirar toda, yo jugaba con esa botella en su culo y cuando podía la metía un poquito más. Ella seguía gozando sin parar y Yo estaba muy excitado, entonces saqué la botella de su culo, me puse detrás, apoye mi pija en su entrada y se la metí de un solo golpe, gritó nuevamente, no se si de dolor o de placer.
Estaba tan mojada por todos lados, su sudor, sus flujos, sus olores inundaban el departamento, mi calentura no me dejaba reconocer ni diferenciar sus gritos, de sus gemidos, su dolor de su placer, mientras la penetraba con fuerza por el culo, la seguía mordiendo, el cuello y la espaldoa, Ella me pedía más y más, desde esa posición, tomé la botella y se la empecé a meter por la concha nuevamente, mientras tenía toda mi pija metida en su culo, gritó de nuevo y su cuerpo se retorcía debajo mío, su cola parecía que me agarraba la pija, le metí la botella lo más que pude en su concha y no aguanté más, terminé dentro de su cola como nunca había terminado antes, un orgasmo espectacular, me tiré sobre su cuerpo todo mojado y me dejé llevar por las sensaciones, hasta quedar rendido...... dormido.
No se cuanto tiempo pasó, al despertarnos, Ella me pedía por favor que la desatara porque estaba incómoda y le dolían las manos. Cuando me quise mover, tenía la pija todavía dentro de Ella, dentro de su cola y la botella en su concha, me retiré un poco, vi que tenía un poquito de sangre en mi pija era de su cola, era la primera vez que lo hacía por allí, después le saqué lentamente la botella de vino la que conservo todavía sin abrir y en un lugar muy preciado de mi casa, como si fuera un trofeo. Le quité las ataduras y nos fuimos a duchar.
En la ducha vi que tenía las muñecas marcadas por los nudos de las ataduras, la espalda, el cuello y las tetas con muchos moretones de las mordidas, tuvo que vestirse con una remera cuello alto, por más que era primavera, para que no se le vieran los moretones.
Después de esa hermosa experiencia, hablamos mucho y me dijo que era la primera persona le había hecho eso, que Yo era su dueño y que todo su cuerpo me pertenece para siempre.
Me mostró que en su espalda y en la teta derecha le quedaron marcas de las mordidas, y me dijo que las lleva con mucho orgullo.
Al tiempo dejamos de salir, Ella formó pareja nuevamente y convive con ella. Le pregunté como quedábamos nosotros, me dijo que Yo era muy especial para Ella, que nunca me olvidaría y que su cuerpo me pertenecía, que cuando Yo quisiera Ella se entregaría nuevamente y que su actual pareja, no sabe nada de lo que pasó, nunca deja que nadie la penetre por el culo, ya que ese lugar es mío y nadie más lo va a tocar.
Otras veces nos encontramos y repetimos todo el ritual e incorporamos otras cosas, pero ahora no puedo dejarle mordidas en el cuerpo.